martes, 2 de noviembre de 2010

Quiero matar, tengo sed de sangre, la sangre me hierve, soy el mismo diablo que quiere hacer su trabajo cotidiano, de mal humor, muy enojado, me duele la cabeza, tengo ganas de romper cosas espero que solo sean coas y no huesos, estoy descontrolado, quiero joder a alguien

Y en serio cuidado quien se me cruce, hoy no reconozco los pocos amigos, y ambiciono enemigos quiero verlos sufrir tanto como yo o más mucho más para poder sentirme bien: sentir que la justicia existe y si no existe lo tomare por mi mano, estoy en el punto donde nada y nadie se me interpondrá.

Justo ahora acabo de romper una lámpara esta tirara en el suelo, la misma suerte tuvo un florero, aun que no tuvo la culpa, reprimo mi enojo con el pobre florero. Las pobres flores no tendrán donde vivir y morirán irremediablemente dejando en este mundo un olor nauseabundo producto del perfume que en vida fue alegría de la casa.

Sangre corre de mis manos y el dolor se convierte en regocijo, luego de arremeter contra la inmensa pared que por razones inexplicables quiero destruirla para calmar mi furia, sigo golpeado y la pared esta como inmutable a mis dolidos golpes pero aun así sigo como un boxeador desahuciado que sabe que va a perder pero su enojo es más que la razón y no importa el resultado final quiere morir con orgullo, pero una pared no va a matar al gran boxeador enfurecido es su propio cuerpo que le dice a gritos encarecido basta basta por favor por favor pero ya no entender razones.

Humanamente posible se desploma al frente de la pared ensangrentada testigo inédito de la furia de un pobre hombre que no entiende por qué?

Simplemente no entiende por que aun su espíritu está peleando sin embargo su cuerpo no reacciona culpa del licor maldito y el dolor del alma que el del cuerpo y no siente.

La rabia hace rechinar los dientes, el odio corroe su ser, su mirara es una ventana al infierno, así como su boca que vocifera ingratitudes, para intentar dejar a la bestia que lleva adentro, de la cual, el mismo ser se estremece y tiembla de solo acuchar su nombre, o el rugir de sus pasos.

Tengo miedo alguien ayúdeme pido e cuerpo pasmado de la maldad que portaba. Pero nadie se acerca a estirarle una mano amigo, o un miserable dedo de algún enemigo, simple y llanamente nada se atreve a acercarse

Y sinceramente los comprendo díganme ¿quien se acercaría a un perro furioso y lleno de rabia?

Seguiré esperando pero después de mucho tiempo ya me acostumbre da vivir con la vestía a mi lado, a vivir con miedo, con temor, con dolor, con rencor, con furia.

Ando por la calle como un enfermo que nadie se le acerca, ni de casualidad, solo me ven con miedo y desprecio y muchas veces es lo que me duele

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